19.12.06

Cuelgo un par de fotillos para mostrar los pomos, que el otro día me preguntaron qué tal quedaron. Aquí están:
Las he hecho con la cámara que pillamos el otro día en el Carrefour. Y es que algo bueno tiene que tener la proliferación de centros comerciales. Sin cámara, habría tenido que echar mano del lápiz y del escáner. Qué pereza. Siguiendo con el tema de los CC, cuando nos fuimos de Madrid Eva me confesó que le daba penita despedirse para siempre del Eroski de Palomeras. Al contrario que yo. Quiero decir que yo no lo confesé. Pero creo que aquí hemos ganado en ese sentido. Nada más llegar, el Alcampo nos ha surtido con una cama hinchable para invitados y, lo mejor de todo, con la trilogía del Señor de los Anillos en deuvedé, que hemos estado disfrutando por partes en las últimas semanas.
Para mí que la experiencia definitiva de visionado de la trilogía no es el maratón sino el serial. No hay necesidad ninguna de aguantar una sesión de doce horas cuando una horita al día es una cosa la mar de agradable que se saborea mejor. Y que ayuda a apreciar mejor la luz que tiene esta película, casi incluso más que la novela. Y es que en la pantalla quedan más explícitas la tenacidad de Frodo que supera cualquier clase de sufrimiento, la lealtad de Sam que sostiene a los demás cuando desfallecen, la integridad de Gandalf que le hace renacer con más fuerza, la valentía de Aragorn con la que se enfrenta a los demonios de su propia herencia, la camaradería de Legolas y Gimli sin la cual ningún rey alcanza su destino, la sencillez de Merry y Pippin que inspira a los más grandes, la fortaleza de Eowyn que le permite hazañas imposibles para cualquier hombre, y la fidelidad de Arwen que le hace renunciar a una vida eterna a cambio de un amor eterno. Y fíjate que todos los personajes comparten todas estas virtudes en mayor o menor medida.

Y oye, hasta Gollum es inspirador. Todos somos un poco Gollum, apunta Eva con gran perspicacia, refiriéndose a los debates internos del desdichado. Yo siempre he sentido debilidad por Merry, el primo serio que tan pronto se sienta a loar las virtudes de un tabaco de pipa como provoca la caída de un mago corrupto o derriba al nazgul más cachas, pero es verdad que Sméagol es el más humano de todos los personajes y, a fin de cuentas, es él quien salva la Tierra Media, no los elfos ni los machotes (ni siquiera los hobbits). Y este hecho es el que pone de relevancia algunos de los temas principales de la obra: que no nos corresponde decidir sobre la vida y la muerte de los demás, pues todos los destinos están entrelazados hasta puntos insospechados... y, por supuesto, que los grandes cambios los producen (los producimos) las almas pequeñas.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¡A nosotros nos encantan los colchones hinchables!

Daniel Cortés dijo...

¡Y a nosotros los invitados!