27.9.07

Es el momento de una pausa musical: estos días estoy disfrutando mucho de las exquisiteces vocales de gente tan dispar como Evanescence y Demis Roussos. ¿A que nunca creías que leerías estos dos nombres en una misma frase? Pues yo los he redescubierto al mismo tiempo por esa extraña cosa que es la sincronicidad. Alterno su escucha en un mismo día, y además he comprobado que se complementan y anulan mutuamente. Si de mucho escuchar a Amy Lee todo se hace demasiado grávido y tremendo, entonces llega el bueno de Demis para aportar esa calma y ligereza que necesito. Y al revés. Si el griego amenaza con convertir mi mundo en nubes de algodón, recurro a la californiana para que me lleve de vuelta a sus costas embravecidos.
Así, estrofas como ésta:
Las mañanas son de terciopelo
si tus manos me hacen despertar
Me acarician y en el azul del cielo
juntamos nuestro vuelo
y unimos nuestro amor

Me permiten apreciar mejor versos como éstos:
All this time I can't believe I couldn't see
Kept in the dark but you were there in front of me
I've been sleeping a thousand years it seems
Got to open my eyes to everything

En realidad, el mensaje no cambia: nunca es tarde para despertar si lo hacemos en buena compañía.
Quién hubiera dicho que estos dos mitos musicales, alejados en el tiempo por décadas enteras, se darían la mano para cantar sus himnos al amor, eso sí, cada cual a su manera

19.9.07

Si en El libro de la selva Mowgli deja a sus amigos para unirse a sus semejantes, algo parecido ha hecho la elefanta «Savitri» al escaparse con un elefante salvaje en una noticia que acabo de leer en la web de Equanimal. No sé si aconsejarte que navegues por su web porque las imágenes que utiliza la asociación para anunciarse son demasiado espeluznantes para mi gusto. Sin embargo, sus motivaciones son correctas y la verdad es que con sus actos consiguen una visibilidad y concienciación impresionantes. Lo último es su adhesión a una campaña internacional para salvar a los delfines que, como cada otoño, corren el peligro de ser cazados en las costas de costas de Taiji (Japón). Para ello, Equanimal ha convocado una manifestación el día 25 al mediodía frente a la embajada nipona (Calle Serrano, 109) en Madrid.

Ya que estamos con este tema, te diré que yo creo que los derechos de las personas son tanto o más importantes que los de los animales, pero es que una cosa no contradice a la otra, más bien van unidas en un todo. Por ejemplo, que el estado español subvencione los espectáculos taurinos con 564 millones de euros al año no sólo vulnera los derechos de los animales, sino los de todos los contribuyentes que no hemos pedido dedicar nuestros impuestos a apoyar tales actos. Que se utilicen plaguicidas de forma irresponsable afecta a toda una cadena alimentaria de la que el ser humano a menudo es el último eslabón. Que mascotas como los gatos no sean esterilizados por sus dueños puede crear un aumento geométrico de la población de estos animales que no beneficia ni a ellos ni a las personas, sino todo lo contrario. Eliminar una especie animal o reducir radicalmente su número afecta de forma invariablmente a ecosistemas de los que todos dependemos. Tampoco lo contrario, es decir, favorecer la superpoblación de ciertas especies, es deseable. Por ejemplo, dejar que la carne ocupe un lugar importante en nuestra dieta obliga a mantener de forma artificial a miles de millones de animales que consumen toneladas y toneladas de pastos, pienso, etc. Esto supone un derroche de agua dulce y en general de unos recursos que se emplearían de forma mucho más efectiva en la producción de alimentos vegetales que en la de alimentos cárnicos. Con lo cual, comiendo menos carne no sólo reducimos el uso de la valiosísima agua potable sino también el hambre en el mundo.
De modo que no vale el clásico argumento de que defender a los animales no tiene sentido cuando hay tantos seres humanos sufriendo: todo lo que beneficie a cualquier ser vivo beneficia de rebote al resto de los habitantes de nuestro planeta.

10.9.07

Vuelta de las vacaciones (o no). Mientras tú jugabas con mi Janfri virtual, en casa hemos seguido trabajando durante lo que de momento ha sido el verano más caluroso de mi vida... y jugando con el Janfri real. Ahora parece que el calor empieza a remitir, por fin.
Aparte de trabajar, en agosto hemos hecho de guías turísticos de mi hermana y sus hijos por Granada. Intentamos comprar las entradas para la Alhambra por Internet con dos meses de antelación pero, por supuesto, no hubo manera. Primero salía un mensaje que decía que hasta la "renovación del convenio no se pueden vender entradas", y a primeros de julio, cuando en teoría volvieron a ponerse entradas a la venta, ya estaban agotadas. O se agotaron instantáneamente, o lo de esperar a la "renovación del convenio" no se refería a las agencias de viajes. Por suerte, Eva dio con la idea genial de comprar un bono turístico, que entre las varias atracciones granadinas que ofrece se incluye una visita a la Alhambra. En lugar de 10 euros pagamos 25 per persona, pero el caso es que valió la pena. Con el bono, además, tienes entradas al Parque de las Ciencias (una visita que se hace corta por muchas horas que pases allí y que recomiendo a todo el mundo que pase por Granada, no solo por las interesantísimas exhibiciones sino por lo fabuloso que es allí todo el personal), a la Catedral y la Capilla Real, al Monasterio de San Jerónimo, a la Cartuja y no sé dónde más porque con tanto calor tampoco pudimos salir mucho de casa. También incluye como diez viajes en autobús y un paseo en el bus turístico que por cierto es bastante decepcionante.
A todo esto, antes de que me andara por las ramas con toda esta publicidad gratuita del bono turístico de Granada, lo que me proponía era celebrar que por fin hemos roto la maldición de la Alhambra y recordarte que, para cada problema, hay una solución.