14.9.06

Está claro que los deuvedés también ocupan lugar, pero de eso no suelo comprar a menos que se trate de algo que quiera ver varias veces. Los dibujos animados y el humor tienen preferencia en mis baremos. Es fácil entender por qué: siempre es más agradable volver a ver La dama y el vagabundo o La vida de Bryan que La decisión de Sofía, por ejemplo. Luego están las series. ¿Quién se resiste a comprar una caja a buen precio de «Friends» o «Cheers»?
Bueno, habrá mucha gente que sí, pero yo no.
Por cierto que nadie diga que cuando terminaron «Friends», «Frasier» y «Seinfield» se terminó una edad de oro de las series. No, señor. Ahora tenemos cosas como todas estas series fabulosas de videntes tipo «Entre fantasmas» o «Médium». Luego está «L», que tiene muy enganchada a Eva, o «Perdidos», que me tiene obsesionado. Lo que es verdad es que se perdió el formato de comedia. De series españolas no hablo, que me tienen frito con tanta reposición de «Aquí no hay quien viva».
Sigo con «Perdidos», que es un descubrimiento que debo a la misma persona que me enganchó a «Friends». (Todavía vivía en Gracia cuando pregunté a Jordi: «Si decidieras engancharte sólo a una serie, ¿cuál elegirías?»). Y ahora, sin preguntarle nada, aprovecha que viene de Sabadell a Madrid para presentarse a «¿Quiere ser millonario?» para regalarme la segunda temporada de «Perdidos». Supongo que me vendría notando huérfano de series: Eva tenía «L», pero yo no me enganché ni a «Abducidos», y mira que el niño mestizo tenía su gracia.
A lo que iba. Ahora que hemos conseguido la primera temporada, cada día devoramos tres o cuatro episodios. Qué suspense, qué intriga y qué dolor de barriga. Y eso que Eva, que a veces se pasa de intuitiva, ya ha aventurado una posible explicación de tanto fenómeno extraño que me parece muy plausible. Da igual, qué maravilla es ver tantos náufragos macizos y macizas con ropa superfashion que no se estropea ni después de cien lavados con agua de mar y con una salud de hierro que ya querrían para sí los de «La isla de los famosos». Qué bonito es que cada vez todo sea más raro y que no te cuenten las reglas del juego. Y eso es lo que hace el juego más interesante. Como en el absorbente cómic de Robert Kirkman, Los muertos vivientes, donde no sabes por qué casi todo el mundo se ha convertido en zombi ni tienes muy claro qué tienen que hacer los demás para sobrevivir. Pero precisamente eso es lo que lo hace más emocionante. Si tienes claras las premisas, puedes ignorar qué pasará pero al menos sabes qué cosas no pueden pasar. Cuando no hay reglas, es imposible imaginar qué vendrá a continuación. Eso es lo que nos fascina de los sueños, sin ir más lejos, y lo que engancha de una historia como «Perdidos».

11.9.06

Esto de mudarse no es bueno para la salud. Y menos si tienes cientos de cómics y cientos de libros. A la que tengo un rato tonto, flas, flas, cinta aislante y otra caja para el montón. En un rincón del comedor se van acumulando sin misericordia cajas y más cajas todo lo pequeñas y abundantes que se recomienda para hacer el transporte manual más liviano y la empaquetación más desesperante. La prole de cajas, cajitas y cajitillas aumenta sin cesar a la par que los nervios de los tres habitantes de la casa.
Para animar la vida entre una creciente acumulación de cajas, vamos al cine. A Janfri lo dejamos en casa, que se impresiona demasiado. Últimamente hemos visto El tigre y la nieve (simpática pero un tanto aséptica), Tiempo de valientes (divertida pero nada aséptica) Superman Returns (sosa pero bonita), Azul oscuro casi negro (sólida pero angustiosa), Cars (entretenida pero bastante) y La joven del agua (inspiradora pero mucho).
Ves, lo bueno de ir al cine es que es una afición que luego no tienes que meter en cajas.

7.9.06

Ahí va una lista de todos los fascículos que han salido (dejando aparte colecciones de libros y de deuvedés, cromos y cursos de idiomas, que si no no acabaríamos):

- Abanicos de coleccion
- Bichos de verdad
- El avión del Barón Rojo
- Aviones de guerra
- Monta y programa tu robot
- Motos de competicion
- Campeones de Rallies
- El Scalextric de carlos Sainz
- El Citröen 2 CV
- Casa rustica mediterránea
- Casita de muñecas de lujo
- Muñecas de época
- Bomberos del mundo
- Autobuses de colección
- La coleccion talgo
- Reloj de cuco
- El ajedrez de Harry Potter
- La vajilla de Winnie de Pooh

Y seguro que me dejo alguno. Hoy me encuentro en El País con este inspirado dibujo de Forges. Da en el clavo.

5.9.06

La vuelta al cole, un concepto que tanto alegra a los grandes almacenes y a los editores y casi tan temido por el resto del público como la cuesta de enero. Y es que enero y septiembre son los dos grandes momentos de cambios. De ahí que sean los meses en los que más se inundan los quioscos de lanzamientos de nuevos fascículos: después de la estupendamente traducida serie de navajas de colección, llega una avalancha de coches en miniatura, aviones, abanicos, robots, bichos disecados... Así pues, ya sabes, si ves agitarse un abanico de María Antonieta es que soplan vientos de cambio.
En nuestro caso, los vientos de cambio nos llevan a Eva y a mí (y a Janfri) a Granada, tras tres años en Madrid que han vivido manifestaciones pacifistas de millones de personas, la masacre de civiles más traumática de su historia, un cambio de gobierno, una boda real, el nacimiento en la casa de los Borbón de la primera beneficiaria de un prometido cambio constitucional igualitario, el reconocimiento legal de los derechos civiles de gays y lesbianas, unas obras que han lenado la ciudad de trincheras, el fracaso de la candidatura olímpica que pudo ser y ahora la celebración de la copa del mundo de Baloncesto.
Qué estrés.