29.2.08


Una de las alegrías que trajo el verano pasado es que nos asignaron a Eva y a mí la traducción de las novelas derivadas de High School Musical, reunidas bajo el nombre común de «Historias de East High». Un encargo a largo plazo y divertido, cuyo principal trabajo de documentación consiste en empaparse de la película. Pues nada, como profesionales que somos vimos HSM... y nos gustó tanto que nos hicimos con la música y empezamos a ansiar el estreno de HSM 2.

Desde entonces han pasado ya varios meses y hemos traducido las dos primeras novelas, hemos visto como tres o cuatro veces la primera parte y otras tantas la segunda, y el concierto también. Nos sabemos casi de memoria las traducciones que hizo Maria José Aguirre para el doblaje, coreamos las dos bandas sonoras y ahora mismo acabo de descubrir los remixes y el álbum de versiones extranjeras, para ampliar la manía que se nos ha contagiado a esta pareja de traductores. Hasta nos gusta el disco de Vanessa Hudgens. Yo me pongo esta música mientras traduzco para ambientarme (Eva tiene otros métodos de concentración). También diferimos en nuestros números preferidos: a ella le gusta Bop to the Top y Fabulous, y a mí me van más escenas de masas como Stick to the Status Quo o What Time Is It? (pero nunca confesaré que me emociono con Start of Something New). Tan locos estamos que hasta seguimos los cotilleos relacionados con los actores, desde las fotos en pelotas de Vanessa a la nueva nariz de Ashley. Las dos novelas, La batalla musical y Espíritu de Wildcat, saldrán ya mismo, y mientras tanto tenemos en los quioscos cinco números de la revista oficial de High School Musical, también traducida por nosotros.

¿Por qué nos gusta tanto HSM? En parte porque no nos queda más remedio, no nos engañemos. Con tanta exposición, sólo tienes dos opciones: o lo aburres o te acaba encantando. Y en parte, porque ha puesto de moda definitivamente el género de los musicales, que estaba un poco de capa caída desde Flashdance, Footloose y Xanadu, y que en tiempos recientes se está recuperando con adaptaciones al español de producciones de toda la vida. Uno de los últimos ejemplos es el Jesucristo Superestar que ha vuelto a Madrid, el Diario de Ana Frank o el Cruce de vías, y en el cine, las acertadas versiones de Hairspray y Sweeney Todd.
Pero volvamos a High School Musical. Si te gustó Grease, no puede dejar de gustarte HSM, porque es lo mismo: chico conoce a chica en vacaciones, se reencuentran en el instituto y deberán superar las barreras que separan a sus tribus para tener el romance que tanto ansían los espectadores. Por eso el título provisional de HSM era Grease 3, y el de HSM 3 (que parece que se llamará Senior Year) era Grease 5: los protagonistas podrían ser los hijos de Sandy y Danny (ejem), y Troy y Gabriella sería la pareja musical para esta generación. La novedad de esta franquicia es que los chavales parecen chavales (no como John y Olivia), que son más ñoños porque están en la nómina de Disney y, sobre todo, que cantan en un musical que monta su instituto. De este modo, durante la película asistimos a los ensayos y audiciones de Troy y Gabriella y la pareja rival, Ryan y Sharpay, que son unos pijos. Lo malo es que no vemos la actuación final, un poco en la línea (valga la redundancia) de A Chorus Line. Para que no nos quedemos con sensación de poco, en la segunda peli sí que vemos la actuación musical que preparan los chicos durante sus vacaciones de verano. Y como parece que Sharpay se va volviendo blanda, en la tercera aparece una nueva competidora musical, Tiara, que se propone desbancarla haciéndole la pelota en plan Eva Harrington. Me parece una idea fenomenal. Mientras la ruedan y la estrenan, tenemos historias de East High y revista oficial para rato...
...Y otras publicaciones como el libro Un año en East High, que tiene el formato de anuario en el que se pegan fotos y dedicatorias de los alumnos. Muy simpático y recomendable para ese hermanito, sobrinita o primito que está loco/a por cantar. A este libro he dedicado precisamente la primera mitad de febrero. Y como estaba lleno de citas de la película, he tenido que verla una vez más para sacarlas de ahí. Tampoco me quejo.
Te preguntarás de dónde sacamos el tiempo para traducir todo esto y encima ver las pelis y escuchar la música. Fácil. Janfri nos ayuda. En esta foto le vemos traduciendo para mí el libro No abrir (de negro, claro).

21.2.08

He empezado el año traduciendo un libro ilustrado que me ha ocupado el mes de enero entero trabajando a marchas forzadas. Este libro, que se llama Do Not Open, es el causante, junto a la posterior gripe, de que no me asomara por aquí. A pesar de todos los problemas, he disfrutado muchísimo la traducción. El libro, la «enciclopedia de los secretos mejor guardados del mundo», es una recopilación en tono desenfadado y para un público joven de hechos curiosos que a muchos inquietan pero pocos te explican: desde las pirámides y los megalitos hasta el mundo del espionaje, pasando por el sudario de Turín, la Atlántida, la alquimia, la proporción áurea, los fractales, las ilusiones ópticas, los sueños, la combustión espontánea, los OVNI, los códigos de barras, los templarios, los verdaderos descubridores de América, el Triángulo de las Bermudas, los mecanismos de control estatal, lo último sobre los dinosaurios o el genoma humano. De todo, vamos.

Pego un par de fragmentos para que te hagas una idea:
En 1988, el Papa permitió que unos científicos dataran por radiocarbono un fragmento del Sudario. Se determinó que la tela databa de 1260–1390, por lo que no podría ser el sudario mortuorio de Jesús. Sin embargo, el profesor estadounidense Raymond Rogers reveló que el material de muestra empleado procedía de un trozo de tela diferente del resto, que probablemente se añadió en la Edad Media. Unas pruebas microquímicas mostraron restos de una sustancia natural, la vainillina, en el fragmento de muestra, pero no en el resto del Sudario. La vainillina se descompone con el tiempo y no se encuentra en materiales anteriores a la Edad Media. Por ello, el Sudario en sí podría ser mucho más antiguo.

Ahí va otro, que en realidad utiliza datos de Fast food Nation, de Eric Schlosser:
El sabor de un batido de fresa prefabricado procede de más de 60 productos químicos... ¡y ni una sola fresa!
Ingredientes que componen un batido de fresa «natural»: materia grasa láctea y leche desnatada, azúcar, suero lácteo, jarabe de glucosa rico en fructosa, goma de guar, mono y diglicéridos, goma de celulosa, fosfato de sodio, carragenanos, ácido cítrico, colorante E129 y aromas artificiales aromas artificiales (acetato de bencilo, ácido butírico, alcohol fenetílico, amilacetato, amilbutirato, amilvalerato, anetol, antranilato de metilo, benzoato de metilo, butirato de etilo, cinamato de etilo, cinamato de metilo, diacetilo, dipropilcetona, esencia de brandy, esencia de limón, esencia de menta, esencia de neroli, éter de ron, formiato de anisilo, heliotropina, heptanoato de etilo, heptilato de etilo, heptincarbonato de metilo, hidroxifenil-2-butanona [solución al 10% en alcohol], ionona, isobutilantranilato, isobutilbutirato, isobutirato de bencilo, isobutirato de cinamilo, lactato de etilo, maltol, manteca de lirio, 4-metilacetofenona, metilfenilglicidato de etilo, metilnaftilcetona, nerilisobutirato, nerolina, nitrato de etilo, propionato de etilo, rosa, salicilato de metilo, undecalactona, vainillina, valerato de cinamilo, valerato de etilo y solvente).
¿Solvente? ¡Mmm!

Ya lo ves, aunque el batido de fresa de una cadena de comida rápida no tiene fresa, al menos comparte un ingrediente con la Sábana Santa: la vainillina. Por eso, sería más acertado llamarlo «batido de Sábana Santa» que «batido de fresa».


Lo bueno de este trabajo es que documentándome sobre los diversos capítulos del libro he encontrado información bastante interesante sobre temas como la resonancia mórfica, la reencarnación, la pareidolia, el tigre de Tasmania, los fenómenos eléctricos, la materia oscura o la sucesión de Fibonacci.
La traducción de Do not Open me ha impulsado también a abrir la caja que contenía uno de los libros que más me impresionaron en mi infancia, que se llama El gran libro de lo asombroso e inaudito (Me encanta el título). Recuerdo quedarme fascinado ante sus artículos acompañados fotografías de los OVNI, el yeti, el monstruo del lago Ness, y sobre todo de espíritus y fantasmas. ¡Brrr! Estos artículos despertaron muchísmimo mi curiosidad, que encontró más materia de estudio en otros de los libros del Reader's Digest que iban llegando a casa: Hacia lo desconocido y El gran libro de la astrología. Pero ninguno causó tanta impresión en mi mente tierna y abierta como aquel compendio asombroso e inaudito del que este Do not open no es otra cosa que una modernización. Trabajando en él he revivido algunos de los momentos más intensos de la niñez.