23.7.06

La mayoría de citas de Lou Marinoff que han ido saliendo por aquí pertenecen al libro que estaba traduciendo, claro. Otras son de Pregúntale a Platón, cuya lectura recomiendo. Confieso que me cuesta decir lo mismo de The Middle Way. Parece más bien una tesis de fin de carrera en la que el autor aplica la filosofía de Aristóteles, Buda y Confucio a los problemas actuales de la aldea global, como denomina a la sociedad de hoy en día: los extremos políticos, confesionales, tribales, de género, cognitivos, educacionales, económicos, alimentarios, de Oriente Medio y del terrorismo. Este repaso a los problemas del mundo es demasiado ambicioso y zozobra inevitalemente en algunas partes.
De hecho, aunque se nota en el libro un buen trabajo de documentación a partir de bibliografía clásica y moderna muy solvente, al traducirlo, a mi compañera Rosa Pérez y a mí nos saltó algun que otro gazapo. ¿Qué hace el traductor cuando se encuentra con errores en el texto original? En este caso, le hice llegar una pequeña lista de observaciones al autor, que las recibió con gratitud y humildad y aceptó los cambios que le proponía. Mi subidón también fue humilde y agradecido, por supuesto.
Con todo, la premisa es interesante, es fiel al propósito que manifiesta el autor en obras anteriores de rescatar el saber del pasado para iluminar el presente y algunos datos que ofrece son muy reveladores. Según el libro, a la luz de la proporción áurea aristotélica, el camino medio budista y el orden equilibrado confuciano, los extremos que dividen a la población de la aldea global pueden elininarse hasta encontrar el terreno de nuestra humanidad compartida. Así resume Marinoff la filosofía de los tres maestros: «Sea aristotélico manteniendo un compromiso firme para cultivar su mente. Sea budista realizando un esfuerzo infatigable para ahondar en su corazón. Sea confuciano manifestando una devoción desinteresada para servir a sus semejantes.» Al final, como se expresa en las conclusiones finales, dado que toda la humanidad está interconectada, la clave para cambiar el mundo es cambiarse a uno mismo: si el lector se aplica a su vida cotidiana las lecciones de los maestros del pasado, «su vida no sólo será más rica y plena, sino también un faro radiante que cree las condiciones por medio de las cuales otras personas de su entorno tendrán también una vida más rica y plena.»

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