29.3.06

Everybody wants to be a cat.

O eso es lo que cantan los gatos de arrabal de Los aristogatos, mi Disney preferida junto con El libro de la selva. La llegada de Janfri (que hacía como que dormía pero de vez en cuando levantaba la cabeza para no perderse las partes más interesantes) nos animó a voverla a ver en casa.

La verdad es que tiene de todo: romance, acción, comedia física de la mejor, secundarios simpáticos pero no cargantes y buena música. La calidad artística de las pinturas de los fondos, como las callejuelas de París, o la precisión con la que han captado los movimientos de los gatos demuestran que es una película hecha con mucho cariño. Tengo tres escenas preferidas: la fiesta con la banda de jazz con la posterior conversación en el tejado entre Duquesa y O'Malley, el gag de la carrera del ratón Roquefort con los gatos de arrabal y el enfrentamiento entre Edgar y los perros, muy en la línea del cine cómico mudo. Los diálogos tienen algunos momentos sabrosos, como cuando la gatita Marie dice: «Ladies don't start fights, but they can finish them!» Como anécdota, Louis Armstrong tenía que doblar a Scat Cat, el Gato Jazz, pero se echó atrás en el último momento y obligaron a su sustituto a imitar al gran Satchmo.

Todos quieren ser el Gato Jazz.

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