12.3.07

En luna nueva, llegó el año nuevo chino. Anochece más tarde, florecen los almendros, se acerca la primavera y, en luna llena, llegó un eclipse lunar total, otro símbolo de renovación y de cambio. Eva, Janfri y yo lo estuvimos observando desde casa, a ratos, mientras la esfera luminosa se convertía en una canica rojiza. Normalmente me gusta ver la luna justo cuando termina o comienza su fase: es entonces cuando una mínima franja de luz deja entrever la penumbra cenicienta del resto de la esfera. El eclipse del otro día nos dejaba ver una sombra parecida, teñida de tonos rojizos. Es una ocasión especial en la que podemos ver una luna diferente, que nos revela una faceta sutil como la que debía de percibir mirando al cielo la niña del piso de abajo, a la que oímos decir: «se escucha música desde la luna». Esa era la nana cósmica con la que nos acostamos aquel día.

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