25.1.07

Qué bonito es eso de ver nevar desde la ventana. Eva ha echado unas fotos pero se ha resistido a salir a la calle.
La verdad es que hace frío, pero seguramente no tanto como el que hace en los alrededores del monasterio de los cartujanos de la película El gran silencio. Tres meses sin ir al cine y ésta es la película que nos ha sentado (en silencio) en una butaca granadina por primera vez. Vale la pena, pero la verdad es que las tres horas se podían haber quedado igual en dos y nos habríamos enterado también. El silencio no es absoluto en la película, pero da más valor a las palabras que se pronuncian en ella. No digo más. La cámara, discreta, espía en silencio, sin comentarios ni entrevistas, la vida cotidiana de los monjes mientras tu mente observa también y calla a su vez. Parece que el silencio exterior nos enfrenta a una soledad que no es tal y nos ayuda a crear el silencio interior, que es lo que se pretende. Tan impresionados nos hemos quedado Eva y yo que vamos a declarar un día de silencio al mes. A ver cómo resulta. Ya te contaré.

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